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EL LIBERTADOR Y SU MÉDICO EL Dr. REVEREND

EL LIBERTADOR Y SU MÉDICO EL Dr. REVEREND
LA HISTORIA CLÍNICA Y LA AUTOPSIA DE SIMÓN BOLIVAR
Comprender los vaivenes de la mente con base en cambios anatómicos sutiles explorados apenas con la luz del ojo humano nunca ha sido posible y tal vez nunca lo sea, pero ello no prohibe breves incursiones en razonamientos lógicos. Del mismo modo tratar de encontrar la causa de la muerte de quien hace 175 años yace en la inmortalidad siempre será un intento atrevido y por ello pedimos su comprensión, amigo lector y a cambio le garantizamos que sus dudas, que este breve análisis no disiparán, son también las nuestras.
“El último rostro es el rostro con el que te recibe la muerte”
Tomado de Alvaro Mutis


(...)
Tan pronto llegó a la casa de la Aduana lo atendió el Doctor Alejandro Próspero Reverend, el médico francés de Santa Marta, quien se dio cuenta de que había empezado a morir desde hacía años. Por la languidez del cuello, la contracción del pecho y la amarillez del rostro pensó que la causa mayor eran los pulmones dañados. El Doctor Reverend y el Doctor Night no se pusieron de acuerdo, el primero estaba convencido de una lesión pulmonar y el segundo que era un paludismo crónico. El día 6 lo llevaron al campo, a la quinta de San Pedro Alejandrino. La primera noche durmió bien y al día siguiente restablecido de sus dolores hizo un recorrido por los trapiches y el día 10 completamente despejada su mente dictó cartas, hizo testamento y dictó su última proclama. Lo visitó el obispo Estévez a puerta cerrada durante 14 minutos. El obispo salió descompuesto, se va y no vuelve a visitarlo ni asiste al entierro. Que sucedió? Nadie lo supo. Después le dice a su servidor José Palacios “carajos. Cómo voy a salir de este laberinto?”. Poco después en uno de sus delirios le dice a su servidor “vámonos, vámonos… esta gente no nos quiere en esta tierra… vámonos muchachos… lleven mi equipaje a bordo de la fragata… “.
Esta vivencia debemos ampliarla, pero en lugar de intentarlo nosotros preferimos transcribir un corto fragmento de “El General en su laberinto” (1.989) de Gabriel García Márquez, quien a su vez la tomó del Doctor Reverend (1886): “No me imaginé que esta vaina fuera tan grave como para pensar en los santos óleos”, le dijo. “Yo, que no tengo la felicidad de creer en la vida del otro mundo”. “No se trata de eso”, dijo Reverend. “Lo que está demostrado es que el arreglo de los asuntos de la conciencia le infunde al enfermo un estado de ánimo que le facilita mucho la tarea del médico”.
“El general no le prestó atención a la maestría de la respuesta, porque lo estremeció la revelación deslumbrante de que la loca carrera entre sus males y sus sueños llegaba en aquel instante a la meta final. El resto eran las tinieblas”.
“Carajos”, suspiró. “Cómo voy a salir de este laberinto!”
“Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y por primera vez vio la verdad: la última cama prestada, el tocador de lástima cuyo turbio espejo de paciencia no lo volvería a repetir, el aguamanil de porcelana descarchada con el agua y la toalla y el jabón para otras manos, la prisa sin corazón del reloj octogonal desbocado hacia la cita ineludible del 17 de diciembre a la una y siete minutos de su tarde final. Entonces cruzó los brazos contra el pecho y empezó a oir las voces radiantes de los esclavos cantando la salvé de las seis en los trapiches, y vió por la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enredadera nueva cuyas campánulas amarillas no vería florecer el sábado siguiente en la casa cerrada por el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse”.
Más tarde sufrió una recaída súbita de la cual no se volvió a recuperar. Después se extinguió lentamente su vida, turbadas sus facultades mentales eran frecuentes el desvarío y los delirios y murió a la 1 de la tarde del día 17 de diciembre a los 47 años de edad, rodeado de su médico, sus amigos y su séquito de militares.
El Doctor Reverend llevaba un “Diario sobre la enfermedad que padeció S.E. El Libertador.
Sus progresos, disminuciones y método curativo seguido por el médico de cabecera Dr. Alejandro Próspero Reverend”. Escribió 33 boletines desde el 1 al 17 de diciembre de 1830, que se pueden resumir así:


No. 1- Diciembre 1: Muy flaco y extenuado. La voz ronca, una tos profunda con esputos viscosos. Una inquietud de ánimo constante.
No. 3- Diciembre 3: Duerme muy poco, 2 a 3 horas las primeras de la noche, el resto desvelado y con desvaríos.
No. 4- Diciembre 4: Tos, expectoración y fiebre; come muy poco.
No. 8- Diciembre 8: Tiene fiebre, hipo amodorrado, entorpecimiento de sus facultades intelectuales.
No. 9- Diciembre 9: Tiene fiebre, hipo, delirio en la noche, trabajo para expresarse.
No. 11 al 12- Diciembre 10: En la noche peor, “síntomas de congestión en el cerebro”. Hipo, tos, expectoración. Disposiciones espirituales y temporales con serenidad y sin fallas en facultades intelectuales.
No. 15 al 16- Diciembre 12: Hipo, tos, fiebre, delirio. Aparece incontinencia de orina, que persistirá. Confusión mental fluctuante.
No.17 al 18- Diciembre 13: Inquieto, incontinencia de orina, se agrava en el día, náuseas, vómito, tos, ya no expectora, muy abatido, sensaciones entorpecidas, confuso, “aberración de la memoria”.
No. 19 al 21- Diciembre 14: Sigue confuso, torpeza de sensaciones, incontinencia, facies hipocrática, sopor.
No. 22 al 27- Diciembre 15: Persiste estuporoso, balbucea, muy poca comida, confuso, hipo, extremidades frías, confuso, “desvaría continuamente”, balbucea, escaso alimento.
No. 28 al 30- Diciembre 16: Peor, en anuria, postrado, confuso, sigue delirando con disnea y pulso débil.
No. 32 al 33- Diciembre 17: Facies hipocrática, estuporoso, respiración anhelosa. A las 12 m ronquido y expira a la 1 pm.
A las 4 pm el Dr. Reverend realizó la autopsia del Libertador por el significado que este documento tiene para nuestra historia de la medicina ya que todo parece indicar que es el primer estudio postmortem publicado en Colombia de un caso de tuberculosis que compromete el sistema nervioso, transcribimos su texto literalmente:

Protocolo de la autopsia del Libertador

El 17 de diciembre de 1.830, a las 4 de la tarde, en presencia de los señores generales beneméritos Mariano Montilla y José Laurencio Silva, habiéndose hecho la inspección del cadáver en una de las salas de habitación de San Pedro, en donde falleció S.E. el General Bolívar, ofreció las características siguientes:
1. Habitud del cuerpo. Cadáver a los dos tercios de marasmo, descolorimiento universal, tumefacción en la región del sacro, músculos muy poco descoloridos, consistencia natural.

2. Cabeza. Los vasos de la aracnoides en su mitad posterior ligeramente inyectados, las desigualdades y circunvoluciones del cerebro recubiertas por una materia parduzca de consistencia y transparencia gelatinosa, un poco de serosidad semiroja bajo la dura-máter; el resto del cerebro y cerebelo no ofrecieron en su substancia ningún signo patológico.
3. Pecho. De los dos lados posterior y superior estaban adheridas las pleuras pulmonares a las pleuras costales por producciones semimembranosas; endurecimiento en los dos tercios superiores de cada pulmón; el derecho casi desorganizado presentó un manantial abierto de color de las heces del vino, jaspeado de algunos tubérculos de diferentes tamaños, no muy blandos; el izquierdo, aunque menos desorganizado, ofreció la misma afección tuberculosa, y dividiéndola con el escalpelo se descubrió una concreción calcárea irregularmente angulosa de tamaño de una pequeña avellana. Abierto el resto de los pulmones con el instrumento, derramó un moco pardusco que por la presión se hizo espumoso. El corazón no ofreció nada particular, aunque bañado en un líquido ligeramente verdoso, contenido en el pericardio.
4. Abdomen. El estómago, dilatado por un licor amarillento de que estaban fuertemente impregnadas sus paredes, no presentó sin embargo ninguna lesión ni flogosis; los intestinos delgados estaban ligeramente meteorizados; la vejiga enteramente vacía y pegada bajo el pubis, no ofreció ningún carácter patológico. El hígado de un volumen considerable, estaba un poco escoriado en su superficie convexa; la vejiga de hiel muy extendida; las glándulas mesentéricas obstruidas;
el bazo y los riñones en buen estado. Las vísceras del abdómen en general no sufrían lesiones graves.
Según este examen es fácil reconocer que la enfermedad de que ha muerto S.E. el Libertador era en su principio un catarro pulmonar, que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa.

San Pedro, Diciembre 17 de 1.830, a las ocho de la noche.
Alejandro Próspero Reverend”
Tomado fielmente del original

El cadáver fue trasladado a la casa de la Aduana en Santa Marta, la misma que habitó a su llegada y allí fue embalsamado por el mismo Dr. Reverend. El general Mariano Montilla dispuso el entierro lo mejor posible el cual se realizó el día 20, con la asistencia de su séquito de militares, sus pocos amigos, los veteranos de la independencia y la población de Santa Marta.
Fue enterrado en una humilde bóveda en la catedral, sin distinción alguna que le pusiera el gobierno. Allí permaneció durante 12 años. En 1.842 el gobierno de Venezuela quiso reparar las ofensas infligidas al Libertador y trasladó sus restos a Caracas. Se hizo un magnífico funeral y quedó colocada la urna de sus restos en una capilla de la catedral en un hermoso monumento.

Sólo la muerte se atrevió a ignorar que Su Excelencia era inmortal.

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